Cojeando es más difícil la vida

 

A pesar de que se ha escrito mucho sobre el efecto de la cojera sobre la producción lechera, sigue siendo bajo el porcentaje de lecherías que tienen incorporado el manejo anual o semestral de examinar todo el rebaño y hacer tratamientos correctivos para evitar la claudicación, como incluso se debería instalar un programa de visitas fijas mensuales para atender los casos clínicos de cojeras.

No deja de llamar la atención que muchos productores no se conmuevan al ver animales en deterioradas condiciones corporales producto de una emaciación crónica que una animal soporta por meses, comiendo el mínimo para mantenerse en pie, pero inserto en un sistema de producción que le exige producción y además reproducción.
Una cojera por pequeña que sea, (y dejamos notar, que generalmente parte siendo poco evidente, y que solo el ojo entrenado puede ver una postura del animal que indica que una cojera empieza) genera un impacto inmediato en el desplazamiento y por ende en el consumo, sobre todos en sistemas pastoriles, donde es el mismo animal quien debe ir a cosechar su alimento dos veces al día.

Afortunadamente, la especialización que han desarrollado ciertos médicos veterinarios, han permitido apostar a la prevención como primera línea de enfrentar las cojeras. Hacer manejos permanentes para mantener las suelas y murallas de la pezuña en las mejores condiciones posibles, debe ser el objetivo de toda lechería comercial (entendiendo el concepto: “que para producir se debe gastar/invertir”). Es impresentable no tener una preocupación intencionada por descubrir los cuellos de botella que pueden estar generando las cojeras en un predio.

La corrección preventiva según José Bokert, médico veterinario especialista en este tipo de patologías, debe ser la tónica y la postura que debe primar en un productor con sus vacas, incluso en lecherías actualmente robotizadas, el mantener vacas sin claudicación debe ser sistemático, por cuanto, de su sigla en inglés VMS = Voluntary milking system, es un ordeño voluntario y si está coja difícilmente tendrá la voluntad de desplazarse a la sala de ordeña. La gran diferencia, es que en una sala de ordeña clásica, cada vaca se supone es vista al menos dos veces al día por un ordeñador quien puede detectar el inicio de un problema. En cambio en un sistema robotizado, el observador principal pasa a ser el computador quien puede detectar cambios en la producción o en un menor desplazamiento. Al ser esta información indirecta, deshumanizada, sin duda, que la reacción suponemos debería ser menor y más tardía, que la reacción que impone un animal cojo a un observador que aprecia el comportamiento errático del animal dos veces al día.

Regla que sirve para medir el largo que debe tener una pezuña. El resto de la punta debe eliminarse y luego hacer lo mismo con la otra

El estilo
El sistema de recorte holandés es el que está usando actualmente Borkert en la zona, a grandes rasgos consiste en medir con una regla especialmente diseñada el largo de la pezuña externa-interna o medial por su cara dorsal, una vez medida y corregida esa longitud, se debe equiparar con la pezuña lateral-medial quedando ambas del mismo largo. Luego se precisa rebajar la parte plantar, de tal manera que ambas pezuñas tengan la misma línea de desgaste, es decir, deben quedar planas, permitiendo que el animal distribuya el peso de la extremidad en ambas pezuñas por igual. Finalmente, se rebaja el hueco axial surco medial de la pezuña desde los 2/3 hacia atrás. La presencia de este particular surco hueco/espacio natural de la pata de la vaca, permite la mejor circulación de aire entre los dedos evitando así la presentación de lesiones de origen infeccioso entre los dedos, también ayuda a disminuir la presión ejercida internamente en proyección de la tuberosidad flexora de la tercera falange, evitando la presentación de hemorragias en suela y posteriormente úlceras en esta zona al animal que el material blando del suelo pase entre las pezuñas, mejorando el impacto o la presión que hace la materia sobre la pezuña. “Estos tres pasos se denominan recorte preventivo y es lo que habitualmente se hace en vacas a secado o a todas en el manejo anual”, afirma Borkert.

Momento en que se rebaja la punta y se alinean ambas pezuñas

Cuando una pezuña pata ya ha sido corregida en una intervención previa, el trabajo del especialista es bastante rápido, porque la máquina despalmadora eléctrica el esmeril angular con el disco de titanio de 4”1/2 con sus respectivos cuchillos es capaz de pulir recortar y sacar los sobrantes con mucha velocidad y precisión haciendo mucho más liviano el trabajo. El tema se complica cuando se detecta un problema ya sea en la planta-suela, como hemorragias o pequeñas úlceras que indiquen infecciones o presencia de cuerpos extraños que pueden incrustarse desde abajo y llegar a aparecer en la parte superior de la pezuña después de varios meses generando claudicaciones muy dolorosas al animal. También es necesario revisar el espacio interdigital y talones para apreciar la presencia de dermatitis digital o interdigital de origen infecciosa, que se deben curar durante ese procedimiento.

 

Rebaje de la punta del taco en los miembros posteriores, para mejorar el desplazamiento evitando la presión de la punta sobre el resto de la articulación

Efecto del dolor
La historia es casi siempre la misma, como consecuencia del dolor, durante algún tiempo la vaca ha evitado pisar con la pezuña dañada, de modo que se genera un evidente desgaste en la pezuña sana y crecimiento de la pezuña malograda. Es el momento de corregir esto mediante la aplicación de un taco de goma que se pega en la pezuña sana, una vez hecha la corrección en ambas pezuñas. Al quedar la pezuña sana sobre un taco en altura, evita que la pezuña alterada y dolorosa, toque el piso favoreciendo la recuperación y evitando el dolor del animal. De esta forma, una intervención de esta naturaleza permite que la vaca vuelva a su forma natural de caminar, recuperando el consumo de alimento y seguir en la rutina de ordeña aportando a la economía de la lechería.

Cualquier alteración debe ser examinada a fondo, raspando hasta llegar a la lesión. Es frecuente encontrar cavernas malolientes y con pus, hay múltiples bacterias oportunistas que se alojan en estos espacios y provocan problemas, una vez detectados, se aplican desinfectantes con anticoagulantes que tienden a coagular, porque la gran irrigación de la pezuña al ser intervenida quirúrgicamente, genera profusos sangramientos.

Luego del tratamiento medicamentoso, es necesario cubrir la lesión con una venda para favorecer la acción de los fármacos y evitar por un par de días solamente que entre mucha suciedad ambiental a la zona intervenida. Al par de días la venda debe retirarse con un gancho afilado, ya sea en un corral o en la misma sala de ordeña puede ser una alternativa.
Si la renguera cojera está en los inicios, como todo tipo de enfermedad, existe un mejor pronóstico de recuperación. Sin embargo, cuando han pasado largos meses, incluso años, hay daños irrecuperables como deformación de las articulaciones y tendones pasando a transformarse en candidatas para eliminación.
El tan recurrido refrán que viven en nuestra conciencia y que dice “es mejor prevenir, que curar”, en este caso es absolutamente necesario tenerlo presente.

 

Fotografía
Foto 1: Leve desplazamiento del aplomo al pisar. Se aprecia el mayor desgaste de la pezuña medial. En la lateral está el problema.
Foto 2: Regla que sirve para medir el largo que debe tener una pezuña. El resto de la punta debe eliminarse y luego hacer lo mismo con la otra.
Foto 3: Momento en que se rebaja la punta y se alinean ambas pezuñas.
Foto 4: Rebaje de la punta del taco en los miembros posteriores, para mejorar el desplazamiento evitando la presión de la punta sobre el resto de la articulación.