LA ETERNA CRISIS DE LA LECHERÍA ARGENTINA

Allende los Andes la percepción de una crisis lechera es casi una constante, sin embargo, por el lado nuestro no parece ser muy diferente a lo que viven los colegas argentinos. Entonces allá se preguntan: ¿Me explicas por qué la lechería está siempre en crisis?

Este último tiempo el sector lácteo argentino fue noticia por las inundaciones de hace unos meses, el penoso dato de producción de 2016 (-12% anual) y la delicada situación de la cooperativa Sancor.

Desde la perspectiva de un mero consumidor y desconocedor de la actividad, la idea que se tiene es de un sector que vive de crisis. (En Chile no es muy diferente).

Entonces, replicamos una conversación entre un conocedor del tema argentino y un simple consumidor que pide una explicación.

¿Qué le pasa a la lechería?

Mira, voy a arrancar por el punto central que a mi entender afecta al sector y de ahí podemos ir recorriendo muchos caminos. Hace 15 años producimos la misma cantidad de leche y exportamos casi lo mismo. Elige el producto que quieras y compáralo 15 ó 20 años atrás: leche fluida, quesos duros, blandos, manteca. El yogur es el único producto que se salva donde en estos años duplicamos el consumo. Según datos de la FAO, Argentina se encuentra entre los países de mayor consumo per cápita de leche ( fluida y derivados). Rondamos los 250 litros año cuando el consumo medio se estima en unos 100 litros año.

Conclusión número uno: el mercado interno está saturado. ¿Cuántas publicidades de quesos untables y cremosos hay en la televisión estos días? El que engorda, el que no engorda, el que viene con roquefort, el que viene con roquefort, salmón, asado y finas hierbas, etc. Las industrias están tratando de diferenciar los productos y se sacan los ojos por un mercado interno saturado. Este proceso no necesariamente es malo, pero no alcanza para duplicar la cantidad de producción, agrandar los rodeos y que la lechería en su conjunto gane plata. Solo mueve las fichas de otra forma, pero son siempre las mis- mas fichas. Sin exportaciones el sector no tiene salida.

Entonces hay que exportar

Es algo que parecería lógico y deseable pero para Argentina no lo es tanto. Para exportar necesitas un país que te represente, una marca Argentina. Fíjate como promocionan sus productos lácteos los neozelandeses. Necesitas embajadas activas y misiones comerciales constantes. El mundo demanda cantidad pero también calidad. Producir un alimento tan completo como la leche no es lo mismo que producir clavos. La leche tiene miles de derivados y muchos de ellos con gran valor de mercado. Pero para vender hay que convencer al comprador que tienes un producto de calidad. La confianza se construye en años. Todo eso si suponemos un gobierno convencido que exportar es bueno. Muchas veces eso no pasó en nuestro país

Bueno pero supongamos un gobierno que libera las exportaciones y no pone trabas, ¿es tan difícil exportar?

No debería serlo en un mundo demandante de alimentos y las facilidades naturales con las que contamos para producirlos. Pero vamos de a poco. Exportar significa abrirte al mundo. Allí debemos aceptar que hay que competir y ser eficientes. Si vamos al producto de mayor volumen, el precio la leche en polvo lo determina el mercado. Hay ciclos, como en cualquier actividad, y tenemos que ser maduros tanto para administrar la abundancia como para pilotear las crisis. El mercado paga, digamos, US$ 3.100 la tonelada puesta en puerto de Buenos Aires (con exigencias de tiempos y calidad, obviamente). Que a nosotros nos sea rentable o no, es problema nuestro. No vamos a profundizar en que el precio está en dólares y todas las derivaciones que puede haber alrededor del valor del tipo de cambio. Prometí tratar de ser breve.

¿Tan difícil es llevar un paquete de leche en polvo al puerto?

No sé si es difícil o no, pero para que ese número final sea rentable tienes que pensar que estás compitiendo con el costo que tiene otro país productor de leche en polvo de llevar su mercadería a puerto. Acá tienes puertos ineficientes, paros constantes, regulaciones gubernamentales de todo tipo, presión impositiva altísima, rutas deterioradas y trenes inexistentes. Eventualmente llega, pero está el bendito “costo argentino”.

¿Y ese costo quien lo afronta?

Inicialmente la industria que pretenda exportar. Por lo tanto a esos US$ 3100 iniciales ya tenemos que sacarle todo lo que nos costó llevarla a puerto. O sea, a la torta ya le faltan algunas porciones.

Imagino que la industria tiene sus costos también

Seguro. El más importante es la leche fluida que compra a los productores para poder producir esa tonelada de le- che en polvo. Pero luego tiene la electricidad y gas para las secadoras (y el costo que puede implicar un eventual corte porque sabemos que al país no le sobra), la mano de obra que cierra paritarias exorbitantes, el altísimo costo de financiamiento y la ineficiencia del capital como consecuencia de ello. Acuérdate: te abriste al mundo, por lo tanto estás compitiendo con otras industrias de otros lugares para hacer el mismo producto. Nadie te va a venir a pagar más para “hacerte el aguante” porque no eres eficiente produciendo.

Ya estoy viendo que esa torta se esta haciendo cada vez mas chica. Y todavía no me hablaste del productor!

Y sí, porque después de todos esos costos que tiene la industria saldrá lo que queda para pagarle al productor. También dependerá de la época del año y cuanta leche fluida logre recoger. Las lluvias de principios de este año o las de abril del año pasado te complican todo.

Y no me lo digas. Ya sé. Ahora que te abriste al mundo, el productor también compite con los de afuera, no?

Obviamente! Y acá el abanico es in finito. Puedes producir leche con vacas encerradas y de alta producción de litros como los norteamericanos o tener vacas comiendo pasto que no producen muchos litros como hacen los neozelandeses. Cada sistema tiene sus costos y beneficios. En el medio hay muchas variantes y Argentina debería ir buscando la suya en sus distintas cuencas y climas. Lamentablemente acá esta el tema de la competencia por la tierra y la rentabilidad de la soja, pero mejor dejemos eso para otro momento.

Si por favor, no la compliques más!

Perdón, no es mi intención. Pero necesito explicarte algunas cosas para que veas lo profundo que es el tema. Muy sencillamente, la leche la produce la vaca comiendo alimentos (pasto barato pero pocas vacas por hectárea o concentrados más caros con más vacas por hectárea). Si el precio de la leche viene dado, la cantidad de maíz que compres o la e ciencia en la producción de pasto que logres es fundamental. Los recursos son escasos y tienen usos alternativos!. Para producir leche la vaca tiene que parir, y para parir tiene que quedar preñada. Idealmente puede quedar preñada a los 15 meses de edad y tener su primer cría a los dos años de edad. Luego, con un ciclo de gestación de 9 meses más 3 de descanso, podría darnos un ternero por año y leche durante 280/300 días durante 4 lactancias. Nuestro competidor en la otra parte del mundo sabe exactamente lo mismo y todos los días se levanta para lograrlo.

Yo tengo un amigo que tiene un tambo, el otro día se levantó y pasó todo el día con el contador, en el banco, en la AFP y en el Senasa.

Sin comentarios.

O sea, ¿me quieres decir que si partimos del precio internacional lo que queda no le alcanza al productor para producir y ganar plata? Y si no exportamos, con el mercado interno saturado, no hay lugar para el crecimiento si no solo a más concentración? ¿Puedes ponerle algo de buena onda a la charla? Así planteadas las cosas la crisis va a ser eterna.

El problema es que no tenemos una visión del sector. ¿Dónde queremos que esté la lechería argentina en 20 años? ¿Queremos exportar, aumentar producción y generar empleo o solo utilizar la menor cantidad de recursos posibles para abastecer al mercado interno?. Como nadie nunca se lo ha planteado, el sector queda a la deriva. La industria paga lo que puede cuando puede en un producto que inevitablemente se produce todos los días y es perecedero (esto le quita algo de poder de negociación al productor). Llevaría hojas explicar la estructura del sector industrial con pocas grandes industrias que exportan derivados lácteos y cien- tos de pequeñas que producen quesos blandos para el mercado interno. La mayoría de los productores quieren que el precio cubra sus costos y no tienen idea cuáles son sus costos. Solo ven que a n de mes pierden plata. No saben cuántas vacas están preñadas, cuántas vaquillonas están listas para entrar al ciclo de producción, cuántos descartes hubo por enfermedad y cuánta plata se gastó en tratamientos, cuánta materia seca de alimento producen en los campos y el costo por tonelada. A todo hay que sumarle un condimento ineludible: el clima.

Te dije que no me la complicaras.

Es que la lechería no es una actividad en crisis a nivel mundial. Es una actividad como cualquier otra que tiene ciclos, cambios, evoluciona en tecnología y procesos. Hay que entender que lecherías eficientes e industrias exportadoras y competitivas requieren inversión, financiamiento y un horizonte. Ese productor de 80 vacas que le entregaba a la fábrica de quesos del pueblo lamentablemente ya no tiene más lugar. La alternativa es que quede todo como está y desaparecer o que el sector crezca y se abra al mundo. Hay que ver lo que hacen los grandes productores, tomarlo y adaptarlo a nuestro país.

Haciendo lo que venimos haciendo estos últimos 20 años claramente no nos va a llevar a resultados distintos.

Mira, te voy a ser sincero. No entendí todo y sospecho que hay un montón de cosas que no me contaste, pero por lo que me explicaste me quedo tranquilo de que hay un camino de solución. Seguro, solo hay que animarse a recorrerlo.

Comentario del editor

Salta a la luz que el problema que tienen los productores argentinos es diferente al nuestro, pero se hacen la pregunta, la más importante ¿Dónde queremos que esté la lechería argentina en 20 años?

Es lo mismo que tenemos que preguntarnos nosotros los chilenos. Quiere Chile ser exportador de vaquillas lecheras, queremos ser un actor importante en producción de leches especializadas, leche orgánica, quesos nos?

Cualquiera sea el propósito que se imponga, genera un marco de acción, señala una ruta por recorrer, una orientación que permite alinear el sector y coordinarlo en una red productora donde intervienen muchos elementos involucrados en la actividad.

Si el propósito nacional fuera la producción de leche orgánica y el país lechero estuviera convencido de ello, eso debería generar una estructura de trabajo donde se debe idealizar un modelo de producción, es decir, se debería definir un modelo lechero que aborde estrictamente el ámbito de lo orgánico. Se generaría y/o se fortalecería entonces, indeclinablemente una industria de abonos orgánicos y productos orgánicos para control de plagas, se crearía la necesidad de empresas certificadoras. Sería fundamental establecer modelos de investigación que ayuden a fortalecer la producción de “lo orgánico”. Por otro lado, una iniciativa de esta envergadura debería alinear al sector político con el desarrollo de políticas públicas, que apoyen las diferentes iniciativas que necesitarían financiamiento, para investigación, desarrollo y al mismo tiempo de promoción de una leche y/o lácteos orgánicos chilenos.

Es más que claro que Chile nunca será un país exportador de leche que tenga peso internacional. Con la masa actual, si queremos mantenerla, deberíamos pensar en un plan particular, simple. La pequeñez de nuestra masa, nos da ventajas respecto de los grandes países lecheros, en cuanto a que podemos hacer una lechería de cali- dad nutritiva especializada y de seguridad alimentaria con mucha más facilidad y eficiencia, consiguiendo estándares óptimos en un corto plazo.

La lechería nacional necesita reflexionar sobre dónde quiere llegar de aquí a 20 ó 30 años. Si no se hace esa pregunta, nuestros lecheros seguirán navegando a la deriva, perdiendo la oportunidad de arribar a buen puerto alguna vez.